Con María, comenzamos un camino muchos meses atrás. Como grupo de jóvenes de la parroquia de San Diego, soñamos juntos, oramos, celebramos juntos la fe, tuvimos formaciones, preparamos eventos para sacar fondos, acogimos a nuevos jóvenes en nuestro grupo, y decidimos unirnos a los jóvenes oblatos de España como familia para vivir este acontecimiento tan esperado. Ahora tras este encuentro de Gracia eclesial, JMJ en Lisboa, agradecemos todo lo vivido porque hemos recibido mucho. Así lo compartimos como jóvenes San Diego el día después de la JMJ, ya en Madrid. “Hay un antes y un después” de este camino compartido, dijeron los mismos jóvenes.
El camino empezó en el encuentro de Pozuelo, con los jóvenes oblatos de España e Italia. Ha sido muy significativo y familiar: bailes, oración, compartir, celebrar, talleres, adoración, etc. La compañía de los Mártires Oblatos nos ha introducido en este camino con María. Visitar la casa donde estos jóvenes gestaban sus sueños misioneros, pisar la tierra donde entregaron su vida y adorar a Jesús ante sus nombres para pedir su intercesión.
Dios tiene un sueño para cada uno, igual que para ellos, nunca jamás imaginado, igual que para María. ¿Estás dispuesto a descubrir el sueño de Dios para ti? Fui emocionante ver en la adoración nocturna del sábado como en un gesto ante el Santísimo, muchos jóvenes se levantaban como María, con este deseo de ponerse en camino hacia el sueño de Dios. También el encuentro con el P. Chicho, Superior general de los Misioneros Oblatos, fue preparando el corazón: tanto en Pozuelo como el primer día en Lisboa con todos los jóvenes oblatos del mundo. Respondió a las preguntas de los jóvenes y los apremió a tener un papel importante en la Congregación: ayudar a vivir a los oblatos su vocación, con alegría. Ahora es tiempo de ser peregrinos de esperanza en la Iglesia y en la familia oblata, con María.
Seguimos el camino, al encuentro del Papa con María. Jóvenes de toda lengua y nacionalidad, nos unimos en esos días con un solo horizonte: una misma fe en Jesús que nos une en una sola familia, la Iglesia, cuya cabeza es el Papa. Ha sido precioso poder compartir entre nosotros, y con otros que no conocíamos, el mismo tesoro común, intercambiar detalles, y sobre todo, el amor de Jesús que nos llama personalmente por nuestro nombre como nos dijo el Papa y nos ha convocado allí juntos.
Fueron conmovedores los momentos compartidos, y se palpaba en los rostros y corazones de tantos jóvenes que participaban de estos encuentros. Me conmovió el silencio en el gran campo de Gracia de la Vigilia. En medio de esa gran multitud, la presencia de Jesús tocó mi corazón con su silencio. Muchas lágrimas empañaban ojos y mucha gracia de Dios tocó muchos corazones de los jóvenes, en ese y otros momentos. También desde la fragilidad, hemos podido palpar el Evangelio. Personalmente destaco varios encuentros en los que jóvenes heridos, en su cuerpo o corazón, me han permitido experimentar mi oblación como “buena samaritana”.
Ahora es tiempo de guardar y meditar lo recibido como María en el corazón.
Ahora es tiempo de levantarnos y vivir la alegría misionera de María, como nos invitaba el Papa. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor.
Una experiencia increíble...
(testimonio de Ángela Gabriela Barragán – grupo juvenil de la parroquia de San Diego en Madrid)
Esta es mi primera JMJ y espero que no sea la última porque cada vez estoy con más ilusión y más ganas de acercarme más a Dios y a la virgen María imitando sus vidas y así acompañarlos en sus momentos alegres sin abandonar los difíciles. Todo para mí empezó desde que estaba haciendo mi maleta y saber que me iba a enfrentar a algo totalmente nuevo. Fue de mi agrado ver que esta aventura sobrepasó mis expectativas y así poder ver que no hay nada imposible ante las cosas de Dios.
Después de escuchar los testimonios de personas que tienen desempeños diferentes en la iglesia me pude dar cuenta que eran un gran ejemplo para la frase que dijo el papa Francisco la noche de la vigilia "En la vida no siempre se puede hacer lo que se quiere sino lo que la vocación nos guíe" y en ese preciso momento me detuve a pensar cual era mi vocación y para que Dios nos quiere a nosotros como juventud....
Sentir la emoción o incertidumbre de saber que Dios estaría presente en cada momento. En cada paso que dimos, hizo que me alejara de los pensamientos terrenales y logró desvanecer mi cansancio físico otorgándome una paz y esperanza espiritual y visualizar cada uno de los corazones que se acercaban cada vez más a Dios con las ansias de encontrarlo sin ningún precio a cambio. "En la vida nada es gratis, todo se paga pero solo hay una cosa gratis y es el amor de Jesús.
Esto me trae a recordar que nos volvemos invencibles en búsqueda de la felicidad y de la alegría porque "La alegría hay que buscarla, si se abandona la búsqueda dejamos de caminar y caemos". Esto me refleja cada momento cuando Jesús llevaba a cuestas la cruz en ese camino largo en donde cayó muchas veces pero lo más importante fue que se levantó y siguió para salvarnos.
Me sorprendió ver cómo millones de jóvenes de diferentes lugares de todo el mundo nos unimos en el camino que llevó la virgen María al levantarnos y partir sin demora y así recordar aquellas palabras que dijo San Juan Pablo ll "María Santísima nos muestra el destino final de quienes oyen la palabra de Dios y la cumplen". Estamos destinados como jóvenes a seguir los pasos de Jesús y de la virgen María y, así lograr salvar nuestra alma y la de muchas personas más que carecen de la alegría que muchas veces no trasmitimos.
Me siento totalmente afortunada de ser partícipe de la llamada de Dios por mi nombre en medio de cualquier adversidad entre este mundo y me comprometo a hacer aún más realidad de que "la alegría es misionera".
Irene, OMI
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