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Ser "nueva" María


 

Soy Paola, consagrada del Instituto secular de la familia oblata fundado en Italia hace acerca de 70 años (abreviado COMI). Vivo en Trieste, donde trabajo como profesora de religión en un instituto y como ingeniera en el campo de la minería.

Desde hace unos años colaboro con la pastoral juvenil oblata, como asistente del MGC (movimiento juvenil de los Oblatos en Italia), mientras que en mi diócesis formo parte del Consejo Diocesano de Pastoral, de la Comisión para el Sínodo y sigo la pastoral universitaria en mi parroquia.

Conocí el Instituto en Loreto, a través de una comunidad oblata, y soy COMI desde agosto de 2013, cuando hice mis primeros votos. Lo que más me atrajo del Instituto fue el vínculo con el carisma oblato y la figura de San Eugenio, pero también la secularidad y, por tanto, la posibilidad de vivir en el mundo sin distintivos externos, un poco como... ¡la levadura en la masa!

 

Para nosotras, las COMI, la relación con María es parte integrante de nuestra identidad carismática y de nuestra vida como mujeres consagradas. Al igual que para las OMI, el nombre mismo de nuestro Instituto hace referencia a la Inmaculada y, al hacerlo, ya indica cuál debe ser nuestro estilo de vida y nuestro camino: [Cooperadoras Oblatas Misioneras] de la Inmaculada: “disponibles para

el servicio y mujeres de oración, como María”.

Nuestro ser de mujeres consagradas en el mundo, dentro del carisma y de la Familia Oblata, nos pide que llevemos a María Inmaculada al mundo, cada una en su propio contexto y vida cotidiana. ¿Cómo hacerlo? Como la "nueva María de Nazaret" que es nuestro estilo específico de COMI.


Siempre me ha llamado la atención y me ha intrigado el término "nueva". No sólo como María, sino como una nueva María. No es un copiar y pegar de las acciones y palabras de María, sino una interiorización de su disposición a servir, a escuchar y a confiarse a la voluntad de Dios.


Ser nueva María en los nuevos escenarios de la vida cotidiana, en los nuevos retos de la sociedad, en los más diversos ambientes de trabajo en los que cada uno de nosotras se encuentra viviendo... para decirlo con las mismas palabras de San Eugenio, para intentarlo todo en el mundo de hoy.

Y así cada lugar, cada relación, cada encuentro se convierte en una oportunidad para vivir la misión y preguntarnos: "¿Qué haría María?" Una misión que necesariamente es ante todo una relación con la Inmaculada. Una llamada, por tanto, a mirar continuamente hacia Ella,

"como laica y como consagrada, para caminar junto a los hombres, atenta a sus necesidades, en actitud de acogida y de don, para que todos descubran la llamada a la comunión con Dios y a la fraternidad universal".

En cuanto a mi experiencia personal en concreto, se trata sin duda de un camino que hay que seguir paso a paso, ¡a veces más fácil y a veces extremadamente difícil! Trabajo como ingeniero y como profesor de religión en un instituto... dos ambientes muy diferentes, pero que me permiten experimentar muchas relaciones. Entornos a menudo muy alejados de Dios, pero con una gran necesidad de escucha y acogida, así como de esperanza.


En estos contextos cotidianos, se me pide que viva mi identidad de laica oblata consagrada y que intente ser una nueva María de Nazaret, es decir, que intente vivir las relaciones con los compañeros y los jóvenes de forma auténtica y atenta, sabiendo poner en el centro la dignidad y el valor de cada persona. Es precisamente la Inmaculada la que nos enseña que éste es el camino para ayudar a los demás a encontrar y experimentar a Dios. En el fondo, ésta es también la invitación que nos hace el camino del Adviento... a ser nueva María de Nazaret.


Paola COMI

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