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Jóvenes, reconoced vuestra dignidad


“Jóvenes, ¿qué sois a los ojos del mundo? Venid ahora a aprender de nosotros lo que sois a los ojos de Dios. Mis respetables hermanos, escuchadme: Sois hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, coherederos de su Reino eterno. Jóvenes, reconoced vuestra dignidad”. Este mensaje de san Eugenio de Mazenod dirigido a los pobres en la iglesia de la Madeleine en Aix en 1813, y que ahora nos sentimos llamadas a seguir anunciando a los jóvenes.


Jóvenes, reconoced vuestra dignidad

En el V Capítulo general, la misión con los jóvenes fue uno de los temas que más se compartió y del que salieron diferentes iniciativas para tomar la responsabilidad y una mayor implicación a nivel congregacional, comunitario y personal. En el document final del Capítulo expresamos que la misión con jóvenes ocupa un lugar privilegiado en nuestro carisma. Tras una reflexión y recorrido sobre la pastoral juvenil y vocacional, vimos con mucha claridad que la misión con jóvenes había que potenciarla con creatividad y audacia porque como decimos en nuestras constituciones: su misión, en efecto, las lleva en todas partes principalmente hacia aquellos cuya condición está pidiendo a gritos una esperanza y una salvación que sólo Cristo puede ofrecer con plenitud; y estamos escuchando el grito silencioso de los jóvenes.


Experiencia misionera en Marruecos

En los años que llevamos trabajando junto con ellos, hemos podido reconocer que esta misión sigue siendo actual, ya que desde que el ser humano existe, la etapa de la adolescencia y juventud se caracteriza por un tiempo crucial de grandes cambios, de una búsqueda de identidad y sentido de vida, una búsqueda del amor incondicional de Dios.


Y aún más cuando la sociedad actual (cuyo análisis nos llevaría unas cuantas páginas) está debilitando más a los jóvenes y se les hace más difícil afrontar los retos de la vida. Los jóvenes tienen un gran potencial y fuerza, pero la sociedad y la falta de reconocimiento de la presencia de Dios en sus vidas no les permite crecer y desarrollarse, fomentando así más la inseguridad y desorientación. En esta situación estamos llamadas a fortalecerles para que puedan afrontar las dificultades sabiendo que no están solos, sino que Dios siempre está con ellos, presente en sus vidas, dispuesto a darle su amor y gracia para superar las dificultades y que puedan reconocer quiénes son y a qué están llamados a ser; quiénes son a los ojos de Dios. Así podrán descubrir y construir su identidad y misión en la vida.


Para responder a las necesidades que percibimos de los jóvenes vemos necesario el trabajar en equipo para animar y dinamizar la misión con los jóvenes. Hacer de nuestras comunidades hogares, lugares de encuentro y acogida desde nuestro testimonio comunitario. Proporcionar y ofrecer acompañamiento para ayudar a los jóvenes a reconocer la presencia de Dios en su vida y encontrar así el sentido de ésta.


Caminar con los jóvenes

Otro reto es cómo construir o fomentar una cultura vocacional y cómo responder a las jóvenes con inquietud vocacional que vienen de otros países donde todavía no tenemos comunidad. Por otro lado, potenciar las Redes Sociales en cuanto a contenido formativo-colaborativo, ya que son lugares donde sí están presentes y acceden a contenidos.


Podemos volver a escuchar de Jesús: “la joven no está muerta, está dormida” (Mateo 9, 24). Despertemos a los jóvenes, acerquémosles a Jesús para que los tome de la mano y los levante. Seamos ese árbol para los jóvenes como fue el sicómoro para Zaqueo, al que se puedan subir para ver a Jesús y que Él entre en sus vidas y puedan escuchar: hoy la Salvación ha entrado en esta casa, en este corazón (Lc 19, 9). Son jóvenes sedientos de un amor incondicional que les transforme la vida.


Delegada de pastoral juvenil y vocacional

Inma OMI

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