Mi aventura con los mártires oblatos empezó en 2013. Durante los retiros vacacionales, que organizaron las oblatas, tuve la oportunidad de visitar su casa en Pozuelo. Esa visita fue muy importante para mí. Me conmovió profundamente la experiencia de pasear por el suelo donde aquellos mártires habían dado los últimos pasos de su vida. Especialmente cuando estuve en la capilla y escuchaba la historia sobre consumir la reserva del Santísimo por los oblatos y que el padre Vicente Blanco a causa de sus emociones no ha podido seguir la distribución de la comunión y en la sacristía llorando preguntó: ¿Qué será de esta casa ahora, que no tenemos al Señor con nosotros?
Cuando escuché esa historia y otras que hablan de su martirio me di cuenta de que eran hombres normales, con sus miedos, dudas, pero también tuvieron mucha fe y valentía. Para mí es importante que ellos estuvieron en la comunidad y se apoyaban unos a otro. Me inspira no solo la historia de su martirio, pero también las historias de la vida de cada uno.
¿Sabéis que la madre del Publio Rodríguez le presiono mucho para no se hiciera misionero oblato porque tenia miedo de que se fuera a misiones lejanas? La historia de su relación con su madre es muy interesante. ¿Sabéis que Cándido Castán (laico que fue asesinado con los oblatos) escondió a los jesuitas en su casa durante el primer brote de la persecución religiosa en 1931? ¿O qué Francisco Esteban cuando fue al escolasticado tenía que realizar el servicio militar y un día fue enviado a la guerra en Norte de África y al día siguiente de toda su compañía, sólo él y su capitán sobrevinieron?
Hay muchas historias interesantes de los mártires. Por eso me gusta conocerlos cada vez más y más. Y cada uno me inspira a su modo.
Uno de los mártires que más me fascina es Marcelino Sánchez y su fidelidad a vocación oblata. Este joven quería ser sacerdote, pero por causa de su mala salud no pudo realizar su sueño. Sin embargo, estuvo seguro de que quiere formar parte de la familia omi, por lo que decidió ser un hermano oblato.
Estas historias me inspira a mantenerme fiel a mi vocación oblata. Yo pensaba que como mujer solo podía realizarla siendo una hermana oblata, pero no es el único modo en que puedo realizar mi vocación. Puedo seguirla siendo laica oblata. Lo hago, aunque con algunas dificultades, porque este modo de vivir la vocación oblata no es conocido en Polonia, y en los momentos cuando tengo dudas me ayuda mucho la historia de Marcelino. También, los otros mártires me apoyan con su intercesión desde cielo y me ayudan en muchas situaciones de mi vida.
Creo que cada uno de los mártires nos puede inspirar a su modo. Y cada uno de nosotros podemos encontrar algo en sus historias que nos va inspirando personalmente.
Gosia Mazur
(laica oblata de Polonia)
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