Los apóstoles reconocieron a Jesús resucitado a través de sus signos: la cercanía de Dios en el camino, la fracción del pan y el compartir fraterno, la reconciliación, la paz y la fe. Abrir caminos de Pascua y resurrección significa actualizar en nuestras vidas, en nuestras comunidades y familias estos signos que trae el resucitado:
- que nuestro compartir con los demás sea más fraterno, más profundo, abierto y confiado;
- que nuestros gestos y palabras tengan la medida de la amabilidad, la acogida y la comprensión al otro;
- que la escucha, el diálogo y la caridad sea el puente que une nuestras diferencias personales y comunitarias;
- que la paz sea el fruto de la reconciliación que nos hace vivir en comunión con nosotros mismos, con Dios y con los hermanos;
- que el corazón esté dispuesto desinstalarse de las seguridades para acoger nuevos retos y llamadas de Dios en la fe y la confianza.
Esta es la luz que estamos llamados a portar como signo de que somos hombres y mujeres de resurrección. Esta luz pascual es la que trae la alegría contagiosa del Evangelio a nuestro mundo, a nuestras familias y comunidades, así junto con María cantamos en la pascua ¡Proclama mi alma la grandeza del Señor!
¡Feliz pascua de Resurrección!
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