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“En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre.”

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Esta frase que es la última frase del Te Deum, la puse en mi invitación para mi oblación perpetua. No es algo que me surgió espontáneamente a mis 44 años. Desde cuando era joven, cantábamos el Te Deum en las fiestas importantes en mi parroquia natal en Eslovaquia. Y siempre al llegar a esta última frase me emocionaba mucho. Esta promesa de no verme nunca defraudada si pongo toda mi confianza en el Señor me animaba en la búsqueda de la voluntad de Dios para mi vida.


Con 17 años leí un poema sobre la vocación que decía que Dios se ha fijado en mí, que me amaba y me llamaba por mi nombre para confiarme una tarea que nadie podía

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cumplir sino yo. Sentía el deseo de ser misionera y buscaba el lugar donde realizar mi vocación. Durante muchos años no lo encontraba. Pero la seguridad de que Dios es fiel y nunca defrauda me sostenía hasta el momento de conocer a los Misioneros Oblatos en Chequia y encontrar mi hogar en la congregación de las Misioneras Oblatas en España a donde llegué a mis 34 años.


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Unos días antes de mi oblación perpetua tuve la posibilidad de visitar Aix-en-Provence y Marsella, por primera vez en mi vida. Al estar sentada en la Iglesia de la Misión y más tarde en la catedral de Aix, donde San Eugenio de Mazenod predicaba misiones sentí de nuevo este deseo de predicar el Reino de Dios, de llevar la Buena Noticia a los más abandonados. Allí – pasando por los lugares donde Eugenio pasó su infancia y los años tras su vuelta del exilio - también pensé en mis raíces, sobre todo en la iglesia de San Juan Evangelista en mi parroquia natal. Todos los años en la fiesta de San Juan teníamos un predicador que hablaba de este discípulo amado del Señor y yo deseaba lo mismo – ser discípulo amado del Señor, dejarme amar por Él y amarlo.


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Qué alegría fue para mí, la celebración misma de mi oblación perpetua en nuestra querida parroquia de San Diego, en Madrid, donde hace 7 años hice también mis primeros votos el Día de Todos Los Santos. Qué alegría y qué regalo, fue para mí verme acompañada por mis hermanas de la congregación, por mi familia y amigos, por mis compañeros de la universidad, por nuestras queridas vecinas de Puerta de Toledo, por nuestros amigos de San Diego, San Cayetano, San Leandro...


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Qué alegría fue para mí, ver las promesas cumplidas y nuevas promesas naciendo, representadas por nuestros amigos de Ramsdorf en Alemania que querían hacerse presente en nuestra celebración. Allí es donde ahora el Señor me envía y yo estoy muy contenta y feliz. Porque Dios es fiel y no será defraudado nadie que confía en Él. Gracias a cada uno de vosotros por vuestras oraciones y agradezco mucho que sigáis rezando por mí.



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Testimonios


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"Lo que me aportó la visita a Madrid y la oportunidad de compartir estos días en comunidad es PAZ. La amabilidad y cordialidad de las personas que conocí, con las que hablé y a las que percibí, me trajeron paz. Fue maravilloso ver cómo todas las hermanas acogieron a Melánia entre ellas y se abrazaron mutuamente. Me gustó mucho, porque para mí un abrazo es una muestra de aceptación: “Eres de las nuestras y te queremos tal y como eres, no perfecta, sino con tus defectos y tus carencias.” Eso es precisamente lo que nos convierte en hermanas y hermanos de Dios, que no nos consideramos superiores ni humillamos a nadie... El resto también fue precioso...


Cuando llegué a casa, intenté transmitir la alegría a los miembros de mi familia, de mi

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trabajo y, sobre todo, a los niños. Poco a poco les enseño a superar el día a día con alegría. Quizás parezca una utopía, pero realmente lo intento. Amar, alegrar y perdonar... todo es muy difícil, pero mi alma canta como el coro en la misa🫶❤️. Gracias por todo y, sobre todo, por haber podido formar parte de esa hermosa ceremonia. El Señor es mi pastor y nada me falta."


Silvia, amiga y catequista en la ciudad natal de Melánia

 



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"Madrid nos recibió el primer día con nubes grises, pero eso no empañó nuestro ánimo. Nos habíamos puesto en camino para asistir a la celebración de los votos perpetuos de Melánia. El momento culminante fue la celebración de los votos. Pudimos seguirla fácilmente con nuestros folletos en alemán. Además, nos dieron auriculares a través de los cuales Kathrin nos traducía lo que sucedía. La música no necesitaba traducción, las canciones españolas y eslovacas nos llegaron al corazón tal cual. Durante la canción al Cordero de Dios en alemán, incluso nos convertimos en coro. El momento más emotivo fue el «abrazo fraternal». Todas las hermanas se colocaron en semicírculo y acogieron a Melánia con un cálido abrazo.



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Después de la misa, la «fiesta» comenzó de verdad con baile, canto, comida y bebida. No esperábamos un ambiente así. Todas las nacionalidades presentes se mezclaron y no hubo ningún problema de comunicación. Estamos muy agradecidos de haber podido acompañar a las oblatas en este día tan especial. Y nos alegra que Melánia siga viviendo y trabajando en Ramsdorf."

Amigos de Alemania


¡Gracias a Mario Ramos por estas fotos de la misa tan bonitas!


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