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En el día a día

Muchas veces cuando nos queremos referir a la vida tan ajetreada que llevamos, todas las cosas que hacemos y que en muchos casos nos agobian y nos cansan, utilizamos la frase “en el día a día”. Esa frase yo en particular la digo mucho y a menudo para justificar las cosas que no hago, cuando nos proponen algo o pensamos en algún proyecto a menudo me sale el pensar y decir, “vale, pero cómo encajo esto en el día a día”.


Descubrir a Dios en lo más cotidiano de cada día.

Me case hace casi 28 años y tengo dos hijas de 21 y 25 años, ese “en el día a día” de una familia se hace muy complicado en muchas ocasiones, siempre nos acordamos de temporadas en que con niñas pequeñas, trabajo, estudios, las labores cotidianas de la casa, queda poco espacio para los compromisos o para uno mismo.


Durante todos estos años, GRACIAS A DIOS, y lo escribo en mayúsculas porque lo siento así, hemos podido vivir ese día a día, en familia y en parroquia. Digo en parroquia porque nuestra familia también ha crecido en torno a ella y más concretamente ha crecido “en el sacramento a sacramento”.


Dios me acompaña en mi caminar.

Cuando pienso que Dios se pone a nuestro lado, nos acompaña y nos da fuerza para poder superar el día a día, lo siento en todos esos momentos tan importantes que vivimos en torno a los sacramentos, nuestra familia comienza en uno de ellos, cuando a Raquel y a mi nos unió el sacramento del matrimonio, fue convencidos de nuestro compromiso ante Dios, convencidos de nuestra vocación matrimonial y hasta hoy felices.


En el día a día de nuestra vida de familia también ha estado marcado por los sacramentos, de bautizo a bautizo, de primera comunión a primera comunión, de confirmación a confirmación, nuestras hijas han recibido estos sacramentos con alegría y con Fe, el Espíritu Santo hace su trabajo, ya que aunque como padres hemos intentado transmitir y educar a nuestras hijas en nuestro día a día, lo humano no puede solo.


Por eso una de mis alegrías más grandes es ver a mis hijas caminar con nosotros en este camino de vida, cada uno a su manera pero con el mismo objetivo, de conseguir encajar en el día a día a Dios, que no quede fuera, de seguir viviendo sacramentos como la Eucaristía en familia y en comunidad, la confesión, hacer que Dios esté en el día a día, con todas nuestras obligaciones, trabajos, desengaños, desilusiones, problemas, enfermedades.


No todos los momentos que rodean los sacramentos son alegres, pero en mi caso incluso el sacramento de la unción de enfermos, que viví cogiendo la mano de mi padre momentos antes de fallecer, fue especialmente profundo y dejó en mi interior algo que no sé explicar. Ciertamente que mi padre recibiera el sacramento en ese momento me ayudó a superar esa prueba con una gran tristeza pero a la vez con cierta serenidad, algo que solo podrá explicar la gracia y la acción del Espíritu Santo.


Parroquia san Leandro - Misioneros Oblatos

Por todo esto cuando me pregunto o me preguntan qué momentos o personas en mi vida son un reflejo de Dios, me vienen a la cabeza mi familia, mis amigos, mi parroquia y los sacramentos que he celebrado y que celebro con ellos. Tampoco me olvido del sacramento del orden sacerdotal, porque cuando he participado de esta celebración siempre me supone una gran alegría, sentir la llamada de la vocación en otras personas que son también quienes te acompañan en el día a día y en el sacramento a sacramento.


Y un último apunte a mis queridísimas oblatas, quienes forman de parte de la Familia Oblata con la que comparto mi vida de Fe en el día a día, una familia que estando cerca o lejos, en una parroquia u otra, en distintas ciudades o países, también forman parte del “en el día a día” y con la que me siento unido “en el sacramento a sacramento”.   


Jaime, laico oblato

Jaime, laico oblato

Aluche, Madrid

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