¿Cuándo ha sido la última vez que has dado gracias por lo que eres?, ¿por lo que Dios te ha llamado a ser?
Siempre, cuando agradecemos lo que estamos viviendo, conectamos más con lo que somos y de esta manera podemos ser más aquello que Dios ha soñado que seamos.
El día 2 de febrero es un momento para nosotras y todas las personas que vivimos la vida consagrada en la Iglesia de dar gracias a Dios por nuestra vocación. Es una Jornada para recordar el amor de Dios por nosotras, ya que ha querido llamarnos para que estemos cerca de Él. También es una ocasión de hacernos conscientes de que cada una de nosotras tiene algo que aportar a este mundo. Cada cual tiene una misión que realizar que sólo ella misma puede llevarla a cabo y nadie más. Nuestra vocación es un gran don, pero de igual manera, es tarea de cada día.
Este año, la Jornada nos invita a dedicarnos a construir fraternidad entre nosotras y a nuestro alrededor. Especialmente en este tiempo de pandemia se nos pide "ser parábola de fraternidad en un mundo herido", que es el lema escogido. El Papa se hace eco de ello en su carta encíclica sobre la fraternidad y la amistad social:
"Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!" (Fratelli Tutti 8)
Dado que este año no nos vamos a poder reunir de la misma manera que otras veces, celebraremos esta acción de gracias en nuestras comunidades y con las personas que están cerca de nosotras.
En la comunidad en Alemania por ejemplo, celebraremos por la mañana la Eucaristía con los Misioneros Oblatos que viven en el mismo pueblo. Por la tarde tendremos una oración especial en nuestra comunidad en la que renovaremos también nuestros votos. Además compartiremos después una cena bien preparada para dar un toque especial a este día.
Lisa OMI
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