En el Evangelio de hoy, una vez más vemos que el escenario ideal para encontrar a Cristo es la necesidad de la salvación: no pongamos máscaras a nuestra propia fragilidad y no ocultemos nuestra propia incapacidad; al contrario: partamos de nuestra propia situación con toda su verdad y elevemos nuestro clamor al Señor que está cerca de nosotros y se deja tocar.
Hoy, en la Eucaristía, cuando extiendas tu mano para recibirle, tocarás al Señor. No sólo el borde de su manto, sino a él en persona. Ojalá que este encuentro, con el rostro de Cristo, sea en sinceridad y confianza, y nuestra vida se sienta restaurada y llamada a vivir la fe en la gran familia de los hijos de Dios. Escuchemos que Él nos dice hoy: “hija/o” levántate.
Teresa, omi
San Marcos 5, 21 - 43
"Contigo hablo, (…), levántate)".
